Miércoles. Hoy sí.



La primera vez que subo a un metro llenísimo de gente. No suele ocurrir a esa hora, pero hoy sí. Hace muchos años no habría subido. Pero hoy sí. Sin pensarlo y sin dudarlo. He entrado como he podido entre tantas personas que entraban a la vez que yo y se acomodaban en un minúsculo hueco sin poder moverse. Se cierran las puertas y el tren se pone en marcha. Y yo dentro. Sin poder moverme. Tocando otros cuerpos demasiado cerca del mío. 

Cierro los ojos y me pongo a rezar a la vez que voy respirando despacio y de una manera tranquila y suave. Respiro y rezo. Me olvido de todas las personas que caben pero no caben en ese vagón. Me olvido de todas ellas. Solo respiro y rezo. Y no miro a nadie. Permanezco con los ojos cerrados hasta que escucho la voz salvadora anunciando la próxima parada. Se abren las puertas y se abren mis ojos. Salgo del tren y María, Madre, sale conmigo. El tren sigue su viaje. Yo sigo mi camino con una sonrisa limpia de oreja a oreja. Jamás lo habría conseguido. Pero hoy sí. 

Buenas noches soñadores 💙

#carol@escribirparavivir✍️

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