Quedó todo en blanco, para poder llenarlo de todo aquello que soñaste. Érase una vez... Escribir para Vivir.
¿Me acompañas en este camino de letras que voy recorriendo cada día?
Dicen que el cielo es de color azul. Será también que se refleja en nosotras. No solo por lo bien que nos sienta, sino porque sabemos acudir al lugar donde más cerca del cielo estamos, tan cerca que si nos ponemos de puntillas podemos tocarlo, al igual que ellos tocan las guitarras y la música alegra nuestras almas. Estamos todos unidos en la oración, dejando siempre espacio a tantos ratos de risas, juegos con los niños, silencios, cafés compartidos y conversaciones íntimas de más que amigos. Aquí me siento en paz. Cuando estoy contigo, con vosotros, es cierto que Dios está presente. Es el regalo más bonito que he recibido en la vida. Y no quiero perderlo. No quiero perderte. No quiero perderos. No quiero ya jamás alejarme ni dejar de sentir y ver aquí abajo en la tierra el azul del precioso cielo. Buenas noches soñadores 💙 #carol@escribirparavivir✍️
Último día de otro curso bonito que añado al álbum de mis recuerdos favoritos. No tengo mucho que contar porque las palabras siempre se quedan cortas cuando escribo sobre lo afortunada que soy de ejercer la profesión más dura y a la vez más bonita que existe. Después de todos estos meses con vosotros me doy cuenta de que no importa el frío, ni el calor, ni todos esos días que estabais más cansados, con sueño, sin ganas de seguir subiendo escaleras y con muchas ganas de hacer un descanso en el camino para reponer el ánimo. A mí también me pasa. A veces hay que parar. Respirar y continuar. Hoy se detiene el mundo por un breve espacio de tiempo en el que vais a crecer mucho, el cole se queda sin voz y el vacío llena el patio en el que hoy hemos bailado sin parar, dando saltos de alegría agarrada a vuestras manos pequeñas que a veces, torpemente, escribían con letras desgarbadas y también bailarinas en la pauta. El ultimo día de cole ha sido divertido y refresc...
La felicidad que no es consciente de que existe. Vivir sin saber lo que harás ni dónde irás. Vivir sin pensar qué sentido tiene la vida. Solo vivir. Mirarlo todo con asombro, reír con cosquillas que llegan a la cama cuando ya casi es hora de dormir, jugar en cualquier momento sin saber que hay un reloj en el hogar que marca las horas. Dormir cuando la mano adulta apaga la luz, después del beso de buenas noches y despertar sin prisa y sin pausa cuando el sol apenas ha empezado a brillar. Esperar el plato en la mesa con canciones divertidas, la merienda de eso tan rico a lo que llaman chocolate, las pinturas para fotografiar a mamá con las propias manos que no se cansan de acariciar la barba de papá. La llegada de un nuevo ser que, sin pedirlo, o quizás sí, llega para quedarse. Para siempre. El abrazo que se da sin vergüenza al igual, al compañero de juegos, al que solo ella entiende. El secreto y el beso que solo se regalan a la persona que ve la vida desde la misma altura, sin tener qu...
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